domingo, 3 de febrero de 2013

LAS CREENCIAS RELIGIOSAS Y EL MATRIMONIO

         Partiendo, como creyente, de la premisa de que el matrimonio fue instituido por Dios en el Edén, y puesto que para el cristiano el matrimonio es un compromiso a la vez con Dios y con su cónyuge, este paso deberían practicarlo sólo personas de la misma fe. La religión y la ética aparecen como valores de gran importancia en la estabilidad de las parejas. Cuando hay consenso en estas materias, los lazos interpersonales tienden a fortalecerse profundamente. Según los datos realizados en este asunto, las parejas y familias de éxito suelen contar con creencias religiosas y convicciones éticas similares. En cambio, la falta de estas puede ser la causa directa de serios y peligrosos altercados.[1]


La pareja que está marcada por diferencias éticas o morales tiene serios problemas de convivencia. Incluso la práctica de una fe religiosa distinta entre los cónyuges es un elemento aglutinante, una fuente de conflicto si la religión no es común.  En la Biblia encontramos algunos textos en referencia a lo que estamos tratando. En el libro de Amos 3:3 se formula la pregunta: “¿Andarán dos juntos, si no estuviesen de acuerdo?” También el apóstol Pablo dirá en su epístola a los corintios: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos, porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?... (2ª Cor. 6:4-16). A su vez, en las 28 doctrinas adventistas encontramos la siguiente declaración:


“Es claro que la Escritura enseña que los creyentes deben casarse únicamente con otros creyentes. Pero el principio se extiende aún más allá de esto. La verdadera unidad demanda la comunidad de creencias y prácticas. Las deferencias en experiencia religiosa conducen a diferencias en el estilo de vida, las cuales pueden crear profundas tensiones y rupturas en el matrimonio. Por esta razón, y con el fin de lograr la unidad que la Escritura requiere, los cristianos deben casarse únicamente con miembros de su propia comunión”.[2] 

La diferencia en ideales y en conducta entre los cristianos y los que no lo son, es tan grande, que establecer una relación matrimonial entre ellos puede ocasionar dificultades, sufrimientos, e incluso llegar a quebrantar los principios bíblicos del creyente.
 

Este es un tema de vital importancia y a tener en cuenta para las futuras paraje. El asunto es tan delicado que las consecuencias pueden llegar a ser desastrosas. Quienes tienen una creencia religiosa o viven una religión, necesitan buscar a un compañero o compañera que comparta sus convicciones y prácticas. Esto será primordial para el éxito conyugal, ya que las creencias religiosas llevan consigo toda una filosofía que determina el estilo de vida. No se aconsejan, por lo tanto, las uniones entre personas de distinta confesión religiosa o entre creyentes e incrédulos.



[1] MELGOSA, Julian y Annette. Op. Cit., p. 44
[2] Creencias de los Adventistas del Séptimo Día. Idaho: PPPA, 2006, p.334
 

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