No debe
sorprendernos de que surjan discrepancias en el matrimonio. A veces se producen
tensiones y esto no es nada agradable, por ello muchas veces tratan de evitarse.
Es vidente que todo conflicto entraña riesgos, pero si se afrontan por dos
personas que se preocupan el uno del otro y se quieren, no tienen por qué ser
destructivos. Discutir de modo constructivo es una forma de comunicación que
toda pareja necesita aprender. El problema no radica en la discusión, sino en
la forma de solucionar o resolver el conflicto. Hay que evitar, al mismo tiempo,
los resentimientos.
Según Hans Jellouschek, muchas veces podemos causar agravios al cónyuge porque lo conocemos poco, y se hacen o se dicen cosas fuera de lugar. En este caso, debe tenerse en cuenta el hecho de que el otro se ha sentido ofendido. Por otro lado, el ofendido debe de hablar con su pareja y expresarle que se ha sentido humillado por tal o cual acción, o lo que fuere. Es muy importante hablarlo, de lo contrario, si se guarda silencio, la próxima vez que ocurra lo mismo la reacción será absolutamente desproporcionada.[1]
Por otro lado,
Valerio Albisetti dirá lo siguiente: “Reprimir
los sentimientos, sean del color que sean, positivos o negativos, no es índice
de salud matrimonial. Al final, la represión de los sentimientos conducirá
inevitablemente a la muerte de la relación”.[2]
No se debe reprimir
los sentimientos. La pareja debe de hablarlo todo en confianza, aunque esto
puede ser desagradable. La idea consiste en dar solución a los conflictos que
puedan generarse en las distintas etapas de la vida conyugal. Los siguientes
pasos serían comprender al otro, reconocer los errores, pedir y conceder el
perdón, reparar y valorar. Todos estos puntos no podemos tratarlos ahora uno
por uno. Pero lo que se quiere dejar bien claro es que, lo importante es tratar
de buscar soluciones en las que ambos ganen la batalla, aceptando con honradez
la propia responsabilidad y porción de la culpa. Es así como se llega a la
reconciliación de la pareja, haciendo a esta más fuerte y con la capacidad de
enfrentar con éxito futuros conflictos.
Para concluir este
apartado, simplemente añadir que la solución no consiste en confiar en que no
habrá roces, desavenencias o pugnas. La solución está en saber como resolver
estas situaciones. El tema es de suma importancia, pero debido a que es
bastante complejo hemos tenido que simplificarlo dando solamente unas pequeñas
pautas. Si no se sabe o hay carencias en este sentido, siempre será bueno pedir
ayuda de algún profesional en este campo.
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